domingo, 25 de septiembre de 2011

Una partida de ajedrez

 Coges a toda la gente con la que te relacionas y las divides en dos grupos, ya tienes las piezas; como tablero una mezcla de sitios comunes que frecuentas y lugares fantásticos de otra época que evocan de situaciones vividas, un libro leído , una película, una vieja historia y ya está todo dispuesto para que comience la partida.

 Durante los primeros movimientos es solo una colocación de las piezas, salvo a viejos amigos y sacrifico cicatrices mientras me sorprendo a mi mismo luchando en un bando contrario de mucha gente que creía a mi lado.

 Miro a la derecha, una saeta silba en el aire y atraviesa el yelmo acorazado de un antiguo de un antiguo amor; miro a la izquierda, una vieja amiga, a menudo utilizada como punto de apoyo, carga contra mí con un mandoble, de la propia inercia caigo hacia atrás y me golpeo, ¿estoy sangrando?, no me importa, esquivo otro golpe mientras me levanto y atravieso su estómago con una daga que no sabia ni que tenía en la mano.

 Vuelvo a la derecha, silbo, el mejor compañero está colocando una flecha en la cuerda, cierro los ojos, no se que estamos haciendo en el asedio de un castillo, abro los ojos, me encuentro en mi puesto de trabajo y me levanto, voy al baño , una cola interminable de gente espera en la puerta, miro alrededor, estamos en un barco, me dirijo a la parte inferior y en una esquina beso a un ángel que revolotea por mi cabeza, la reacción es la esperada, sonrío, se que no podía ser pero no es una batalla  que jugué para ganar, sino para poder decir que había participado en ella.

 Vuelvo al piso superior y un destello producido por una corona de plata me ciega, estoy en un campo, veo girar sus cabellos que relucen con el sol, no le veo la cara pero se que está sonriendo, me paró, aspiro profundamente el aire fresco mientras el sol me caliente la cara; abro los ojos, su sonrisa ilumina el día, mi musa, atrás quedan las batallas de medievo y las reacciones esperadas, parpadeo , me mira y todo desaparece alrededor y solo veo el brillo de sus ojos y el rosa de sus labios, abro los ojos, una habitación rodeada de espejos y enfrente de mi un rey canoso con barba me mira con desprecio mientras levantando el brazo me señala con la punta de la espada, bajo la mirada al cinturón y desenvaino mi espada para comenzar la contienda, jaque al rey.

 Abro los ojos...estoy despierto en mi cama, cada día que pasa me sorprenden más las cosas que pasan por mi cabeza mientras duermo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario